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104recrea en cada escuela y aula. Podemos definirlo como un campo de tensi%u00f3n entre lo prescrito y lo vivido, lo individual y lo colectivo, lo tradicional y lo nuevo, donde se ponen en juego los valores y los conocimientos que la sociedad considera importantes para las nuevas generaciones. Por otra parte, como se%u00f1alan Amadio et al. (2014), el dise%u00f1o curricular enfrenta en la actualidad el doble desaf%u00edo de promover valores universales respetando contextos locales, mientras se adapta a los acelerados cambios globales en econom%u00eda, trabajo y comunicaciones. El reto es equilibrar la necesidad de un marco com%u00fan que organice el sistema educativo, garantizando la justicia curricular y valorando la importancia de la contextualizaci%u00f3n y la autonom%u00eda de las instituciones y su comunidad educativa. Baste decir entonces que la pregunta por la herencia cultural y las necesidades educativas de una poblaci%u00f3n, requiere respuestas complejas pero urgentes en la sociedad de la informaci%u00f3n, los datos, la digitalizaci%u00f3n, donde adem%u00e1s irrumpi%u00f3 masivamente la inteligencia artificial como un agente disruptivo que llena de incertidumbre no s%u00f3lo el mundo del curriculum sino de la vida cotidiana de la humanidad.A partir de este contexto, se torna indispensable comenzar a plantear los debates necesarios desde la academia y desde la pol%u00edtica p%u00fablica en torno a la relaci%u00f3n entre la agencia de las tecnolog%u00edas en general y de la IA en particular con la educaci%u00f3n en todos sus niveles. Existen en este sentido una diversidad de aspectos que van desde la desprofesionalizaci%u00f3n del trabajo docente (d%u00e9ficit en la formaci%u00f3n inicial y/o continua), los bajos salarios que implican una sobrecarga laboral para cada agente, los escasos recursos en los centros educativos hasta cuestiones que se dan fuera de los l%u00edmites de la escuela pero que la permea. Una de ellas es la aceleraci%u00f3n de los cambios tecnol%u00f3gicos y el ingreso de las sociedades en una relaci%u00f3n t%u00f3xica con la productividad, sus tiempos y sus exigencias. Hecho que se ve agenciado por el llamado capitalismo de plataformas, cibercapitalismo, en fin por la dominaci%u00f3n absoluta del capital sobre las personas y m%u00e1s recientemente por la irrupci%u00f3n de la inteligencia artificial en la vida de todas las personas. Son numerosos los y las intelectuales que abordan estas tem%u00e1ticas bajo diversas categor%u00edas te%u00f3ricas como la sociedad del cansancio (Han, 2012), la era del individuo tirano (Sadin, 2022), entre otras. En relaci%u00f3n a estos cambios tecnol%u00f3gicos Thomas Hughes (2008) postula que los sistemas tecnol%u00f3gicos son moldeados tanto por la sociedad como por aquellos que los construyen, ya que contribuyen a su configuraci%u00f3n. En esta l%u00ednea, Dar%u00edo Sandrone (2022) sugiere que en la era de la mediaci%u00f3n algor%u00edtmica, estos algoritmos no solo son ejecutores, sino tambi%u00e9n autores de nuestras vidas. Hughes y Latour (1998), a trav%u00e9s de su teor%u00eda de la red de actores o el actor-red sostienen que los sistemas t%u00e9cnicos son gestionados por actores (operadores en la terminolog%u00eda de Hughes), que pueden ser humanos o no humanos, y que act%u00faan como portavoces de cierto discurso sobre el mundo a trav%u00e9s de una serie de acciones. %u00bfC%u00f3mo entonces ser%u00e1 posible continuar ense%u00f1ando y aprendiendo en un mundo donde la IA act%u00faa como una interfaz entre cada persona y el conocimiento que la humanidad ha construido durante siglos? Lev Manovich (2012) ya nos advert%u00eda en su emblem%u00e1tico libro %u201cEl software toma